Stuck

Engreídos, narcisistas, creen que merecen todo. Incapaces de ser responsables y mantener un trabajo o una familia. Inmaduros. Son sólo algunos de los adjetivos con los que los millennials o la gente de la generación Y, son (somos) calificados. Pero la realidad sobre esta generación es más compleja de lo que parece, y es, en definitiva, otra a la que plantean por todos lados en internet.

Nacidos en medio de un mundo que cambia constantemente y en el que se pueden comunicar a cualquier parte del mundo por un mensajito de texto o WhatsApp, los millennials tienen una vida y aspiraciones muy distintas a las de sus padres o de sus hermanos mayores. Pero pareciera que gran parte de los artículos publicados en la red son aquellos que desestiman a esta generación en base a estudios cuantitativos y muy enfocados en Estados Unidos, pero pocos se han tomado la molestia de preguntar directamente qué es lo que quieren de la vida, cuáles son sus percepciones y aspiraciones en cuanto a trabajo, familia, responsabilidades. Así que desde ahora advierto que lo que aquí se escribe no es para nada un estudio que pretenda poseer la verdad absoluta —porque además no la hay—, sobre los millennials. Lo que sí podrán encontrar es una especie de mini radiografía de los millennials mexicanos, hecha en base a entrevistas personales, experiencias, percepciones y reconstrucción de conversaciones desde varios lugares de México.

  1. Este artículo, bajo ningún motivo busca ser un reportaje cuantitativo, ni una ley en la que deba basarse la gente para entender a los millennials. Para eso ya están artículos como el de Time Magazine, en el que de manera burlona dicen que vamos a salvar al mundo y otros tantos que rondan por internet.
  2. Este texto más bien busca presentarles un poco de lo que piensan los millennials mexicanos sobre temas como el amor, la familia, el trabajo, ser adulto y cómo vivimos.

1. The times they are a-changing

Mi primera entrevista es con Emilia, una diseñadora gráfica de 25 años. Tiene un año trabajando en una empresa de innovación, es buena en lo que hace y su jefe confía en ella. Vive con su mamá y no paga renta, pero recientemente comenzó a dar parte de las mensualidades de un automóvil con ayuda de su familia.

Su futuro económico es extraño, porque aunque gana bastante bien para recién egresada (para los niveles mexicanos), no tiene ningún tipo de prestación o seguro. Está un poco a la deriva  como otros tantos millennials que no tienen acceso a la seguridad social que es, en teoría, responsabilidad de su empleador, ‘En mi trabajo actual no tengo ningún tipo de prestación. Mi seguro de vida me lo paga mi mamá’. Cuando le pregunto qué pasaría si se independizara me dice, ‘No podría ahorrar ni un peso’.

Para Emilia son unas cosas por otras, un trabajo no tan seguro, por hacer lo que quiere. Sus elecciones se basan en lo que le gusta, no en lo que le deja más dinero. Busca la felicidad, ‘Amo lo que hago, no podría estar haciendo algo más, pero pues, no te pagan muy bien… Yo creo que la vida es tu día a día, nos la pasamos ahí nueve horas, cinco días de la semana. Si no te gusta lo que estás haciendo eres la persona más infeliz del mundo’. La felicidad como esa vocación y ese viaje al que todos debieran aspirar, ‘La felicidad lo es todo. Sé que no es absoluta, sé que no existe la meta, pero es cada momentito, cada platiquita, cada una de esas cosas’.

Su vida emocional/familiar no la ve muy clara. Sabe que ahorita no quiere formar una familia, pero tampoco se imagina ese momento en el que diga que está lista porque no hay cómo, y es una realidad a la que se enfrenta esta generación, ‘Ahorita te digo que no quiero hijos ni nada, porque no tendría cómo mantenerlos y no tengo ni cómo pensar en cuando va a llegar ese “ya tengo cómo”. Es más responsable no tenerlo cuando no puedo hacerme cargo de él’. Pero agrega que si el dinero no fuera factor, le gustaría formar su familia. Sabe que no sólo se necesita dinero, sino madurez emocional, y cree estar lista para enfrentar ese reto.

La postergación tiene que ver más con aspiraciones distintas que con un desinterés en madurar. Ella, como muchos otros, está en su primer trabajo y en su etapa más productiva, en la que más puede aprender. Sus gustos y necesidades son distintas a aquellas de generaciones anteriores, ‘La vida ya no es la misma de antes. Es una situación completamente diferente. Ellos (nuestros padres) hicieron lo que tenían que hacer, como lo tenían que hacer’.

Quisiera un sistema diferente de hacer las cosas, no le interesa ser workaholic, prefiere un trabajo a distancia y flexible, ‘Un ambiente laboral justo, no cuadrado, no cerrado. Como es la vida’. Pues finalmente es la forma en que vivimos que ha cambiado, ha evolucionado y se necesita un sistema laboral diferente, ‘Haría a la gente más productiva, más feliz’. Aunque reconoce que no todos puedan hacerlo.

Terminamos la entrevista, pero antes de apagar la grabadora me dice:

‘La vida es otra y siento que estamos siguiendo un camino que, no sé ni quién lo puso.  Todo mundo la caga y se siente mal, por seguir el camino de no sé quién’.

 

2. El tiempo lo es todo (o casi todo)

Mi segunda entrevista es con Abril, una periodista de 27 años. Su puesto no está bien definido porque su empresa así hace las cosas, pero escribe, edita y muchas otras cosas. Es un todo en uno. Le gusta lo que hace y que le paguen por eso, pero en definitiva le gustaría mejorar su situación con un sueldo y un mejor horario (la sección en que trabaja cierra hasta las 11 de la noche, a veces mucho más tarde). Quiere tener su vida, ‘El trabajo es un medio para tener otros medios para poder vivir’. Le gusta tener tiempo libre para dedicar a otras actividades. De las cosas que más valora de su ambiente laboral es esa flexibilidad: ella entra y sale a su parecer, pues es su responsabilidad, lo importante es que el trabajo esté hecho y terminado cuando debe, ‘En nuestra generación hacemos las cosas porque nos gustan no porque nos están presionando. Creo que la mayoría de la gente de mi edad tiene esa cultura laboral: estoy en este trabajo porque me gusta y no necesito que esté un jefe ahí viendo lo que yo hago y lo que no hago’.

Pero Abril también aclara que no es algo que todas las personas puedan hacer y eso no necesariamente es bueno o malo, ‘Ahí en el trabajo hay muchas personas que son mayores y vienen de una empresa en la que tenían un horario, entraban a las 9 y salían a tal hora. Cuando les dieron esta libertad de no tener que llegar a una hora exacta, se les salió de control y ni siquiera están haciendo lo que deben hacer.’

Desgraciadamente en México esta flexibilidad del horario de trabajo es una realidad poco común, dejando nulo espacio para la vida fuera de las actividades laborales, ‘Entras a las 9 y sales a las 6, tienes una hora de comida y no te puedes pasar. Pero creo que deberían de abrirse más, porque sí estamos preparados para esa responsabilidad de tú administrar tu tiempo. Tú sabes cómo lo haces, cuándo lo haces’. Administrar su tiempo es una gran responsabilidad, pues al hacerlo, de cierto modo se hacen responsables de su propia vida y de las decisiones que toman.

Abril vive con su familia, paga su carro, algunas deudas y da dinero en su casa en la que viven sus papás y sus hermanos. No podría salirse de su casa porque no le pagan lo suficiente y hace cuatro años que no le aumentan, ni siquiera le ajustan lo de la inflación. No considera que los millennials seamos mantenidos, ‘Todos mis amigos tienen trabajo, y podrán vivir con sus papás, porque precisamente el dinero no nos alcanza para salirnos de nuestras casas, pero ninguno le pide dinero a sus papás’.

Le interesa encontrar una pareja, no tanto casarse, ‘Me gustaría tener una pareja. Casarme por la fiesta (risas), pero en realidad no estoy obsesionada con eso. Me gustaría estar con alguien por mucho tiempo. Pero para mí no hace mucha diferencia un papel’. La institución del matrimonio como tal a veces le parece obsoleta y confiesa que todavía no se siente preparada, primero le gustaría vivir sola. Abril no piensa que sea algo extraño, muchos de sus amigos lo hacen, ‘Me junto con gente que nunca se va a casar. Estamos grandes y no estamos pensando en eso. Estamos pensando en otras cosas: en trabajar, en viajar’.

La prioridad es estar bien con ella misma, ‘Si no estás bien contigo mismo, no puedes estar feliz con alguien más”. Esto parece ser importante para los millennials: primero están ellos, sin necesariamente implicar que son egoístas, entienden que las relaciones son mejores y duran más cuando se está bien con quién eres y con lo que te gusta hacer. Cuando sabes quién eres y qué quieres.

A Abril le gusta viajar, y eso constituye una gran parte de su vida, no se imagina no haciéndolo. No entiende a quienes no viajan y se quedan toda la vida en el mismo lugar, sin ver y conocer otras cosas, culturas, lugares. El viaje como una manera de ampliar los horizontes y aprender, ‘Hay muchas partes que debes conocer. Hay mucho mundo afuera como para quedarte nada más aquí’.

Las cosas que los millennials quieren no son muy diferentes de las de generaciones anteriores, Abril dice que las queremos, pero en otro momento. Hay más metas y más posibilidades. El problema reside en obligar a la gente a hacer lo que se espera en momentos forzados, ‘Nos dimos cuenta que puedes hacer muchas cosas antes. No necesitas una pareja para realizarte, tienes muchas otras cosas que hacer antes de empezar a pensar eso’.

La gran mayoría de los estudios que se han hecho sobre los millennials son en Estados Unidos, donde la realidad familiar es un tanto distinta. En México todavía existe la costumbre de no salir de tu casa hasta que no te casas, sobre todo en las mujeres, ‘La primera vez que le dije a mi mamá que me quería ir a vivir sola casi lloró. Hizo un pancho. Después cuando le dije a mi papá, me dijo, “De esta casa no sales si no es por las dos leyes”, o sea casada por la iglesia y por lo legal'.

Música, series por internet, libros, así es como se distrae de su trabajo y sus días pesados. Eso y salir casualmente con un chico unos años mayor que ella. Generación X. No es propiamente una relación, “No sé cómo llamarle, porque pues es verlo, estar en su casa, tomar, platicar, tener sexo. Pero no sé cómo llamarle.”

3. Primero el trabajo

Benjamín es diseñador industrial y tiene 29 años. Se dedica a todo lo que tenga que ver con creatividad y diseño. Desde hace varios años tiene su propio despacho que funciona como una one man agency, pero está creciendo. Tuvo empleos con empresas de diseño, pero nunca se sintió agusto, así que decidió dejar de trabajar para otros y trabajar para él, ‘Me terminaba saliendo porque les encontraba cosas que yo creo que no se deberían de hacer en una empresa o negocio’.

Vive solo con su hermano en una casa que sus papás tienen en Monterrey, y hasta hace poco, Benjamín se hacía cargo de todo, hasta que su hermano comenzó a aportar, ‘Es mi hermano, es mi familia. No me importa tener que pagar yo, no es como que le voy a reclamar. Ahorita que ya puede aportar, sí le digo que ponga algo’. Pero la realidad es que paga la mayoría de las cosas: servicios, comida, gasolina. 

Su vida laboral la tiene un poco más resuelta que su vida emocional. Cuando le pregunto sobre su futuro en ese aspecto no es muy claro, ‘No sé si casado o con hijos. Ahorita no tengo relación de ningún tipo. Absolutamente nada, ni perro que me ladre, literalmente. Pero no me preocupa tanto, porque estoy enfocado más en el jale. No es mi prioridad’. No se estresa. No por eso. 

Está consciente de que la vida cambia y las cosas no siempre salen de acuerdo a los planes, así que su filosofía es go with the flow. Cuando le pregunto por lo que hace adulto a alguien, confiesa que cada quién se pone sus milestones. Acabar la escuela, casarte, tener hijos, pagar una casa, para él eso no aplica tanto, no tiene un checklist que hacer en la vida. Se burla un poco sobre las convenciones sociales y dice sobre la definición de lo que es un adulto:

‘Lo definen en un tiempo muy diferente. Comparando con su tiempo y no tiene nada que ver. Mis papás se casaron a los 23 y 19. Y a lo que estaban acostumbrados era a eso. Y ni a eso, mi abuela se casó a los 14, 15. ¿Qué dirían ahorita si alguien se casa a los 16? No hay punto de comparación. Lo único que pueden comparar es que viven donde mismo. Se amarraron 50 años a un estilo de vida que ni siquiera sabían si querían, porque era lo que tenían que hacer. Al final cada quien escoge lo que quiere, y es una variante de eso mismo pero con otro orden de ideas y de prioridades y tiempos’.

Lo más importante es su situación laboral, su prioridad es él mismo, hacer cosas, estar en un punto en el que pueda delegar responsabilidades del negocio, ‘Querer terminar algo que empecé y dejarlo en un punto en el que digo: esto yo lo hice’. Su trabajo es su estilo de vida, es lo que hace y en lo que piensa en todo el día.

4. De cinco en cinco

Miguel es psicólogo de formación y estudia un doctorado en Estudios Humanísticos. Entró al posgrado porque lo vio como una solución a su vida laboral después de que terminó la carrera, ‘Tuve mi vida segura por cinco años y estoy a punto de terminar’. Se prepara para la incertidumbre, y aunque sabe que quiere dedicarse a la docencia y a trabajar con jóvenes y adolescentes, está consciente de que no puede tener un solo trabajo, ‘Vivimos en un país donde los sueldos son miserables. Yo me concibo haciendo varios trabajos al mismo tiempo. Esa es la idea que ahora tengo de trabajar’.

Atrás quedaron las ilusiones de generaciones anteriores en las que trabajabas 30 años en la misma empresa y después te jubilabas. Pero eso sí, no planea tener trabajos que no le gusten, necesita cosas que lo reten intelectualmente y que le permitan hacer lo que le gusta, ‘Las cosas que me gustan primero. Ya después las que vengan. Mis intereses principales son la docencia, es decir, trabajar en una institución donde yo pueda compartir conocimiento y aprender de mis alumnos. La atención psicológica y la escritura’. Los millennials como la generación que prioriza sus gustos y preferencias sobre el dinero y el reconocimiento. Para Miguel el peor escenario no sería estar desempleado, sería hacer algo que no le gusta.

Se vive un panorama muy distinto a los anteriores. Cambiaron las reglas del juego y con eso todos los procesos a los que estaban acostumbradas generaciones anteriores. ‘En esta generación la idea de que tienes que estudiar para ser alguien en la vida se había caído y a mí me tocó vivirla. Es algo que a tus padres les funcionó, estudiar una carrera y trabajaron, y trabajaron años en lo mismo, pero nosotros ya vivimos en un mundo en el que sales de la carrera y no sabes si vas a tener trabajo de tu carrera’.

A Miguel no le interesa la vida del adulto tradicional. No cree en las cosas que duran para siempre, ya sea trabajo o pareja, “La vida se planea en bloques de cinco en cinco, porque ya no tienes nada seguro. ¿Para qué dices voy a estar trabajando 30 años en una empresa? Una vez que termine mi doctorado, si me ofrecen un trabajo en Monterrey, pues me quedo, pero no más de cinco años”.

Se imagina teniendo una relación con alguien, pero no le interesa algo más formal o una familia, ‘Ni el matrimonio, ni los hijos son una prioridad, porque ya está demostrado (que no funcionan). ¿Por qué tenemos que ir siempre atrás de todo? El esquema heterosexual ya demostró que no da para nada’. Él prefiere darle la espalda a la heteronormatividad. A él no lo define. 

Le pregunto directamente qué significa ser adulto, y comenta que vivimos en medio de la redefinición de la adultez, pero que al final del día todo está en saber responder por los actos propios, ‘Ser adulto significa ser independiente, autosuficiente. Y saber responder, tener una responsabilidad, o sea que si yo cometo un error yo puedo responder, nadie va a venir a responder por mí. Eres adulto el día que descubres que tú eres el que responde por tus actos’.

Los títulos y las definiciones no le gustan, las siente impersonales e innecesarias. El mundo se ha vuelto efímero y con ello se fueron todas las certidumbres, ‘Yo ya no creo en las definiciones, porque ese mundo ya no nos tocó, ya no significa nada. Hoy te sirve, mañana ya no te sirve nada’.

Hacemos una pausa en la entrevista para el ligue por WhatsApp, excusa perfecta para hablar del tema de la dependencia al smartphone. Miguel es nuevo en esto del teléfono inteligente, acaba de adquirir un iPhone, pero la realidad es que él llega tarde a esta necesidad de estar conectado en todo momento. Dijo que quería ser parte de, pues llegó un punto en que se sentía excluido,

‘Cuando hay situaciones duras, puedes estar cerca. Eso me gusta mucho. Es el 2013, es el mundo que nos tocó, es el mundo en el que vivo y quiero participar. Ha devenido necesario y a mí me ha tranquilizado. No sé si es una necesidad, pero es parte de nuestro mundo en el que nos sentimos jóvenes y parte de esta onda generacional. Estar fuera de eso te excluye de cierto modo y es cansado. Puedes sostener la postura de ‘¡ah, yo no creo en eso!’, pero te vas a cansar. Yo me cansé. Yo necesitaba el WhatsApp para comunicarme con mi amiga en Chiapas y ahora para ligar’.

5. The truth is…

La realidad es que los millennials somos como cualquier otra generación: hay ciertas características que nos unen, pero no todos coincidimos en todo y hay que entender que parte importante de esta brecha entre generaciones se debe al cambio constante y rápido en que vivimos todos. Las oportunidades, las vivencias, las prioridades, todo es muy distinto, pero el hecho de que hagamos las cosas de modo diferente no nos hace menos adultos y tampoco nos hace la peor generación del mundo.

La adultez, como casi todo lo que dábamos por cierto, se ha transformado y ha modificado los patrones de conducta de todos, no sólo de la generación Y. Quienes se casan, lo hacen, generalmente a una edad más tardía, lo mismo para tener hijos; antes de dar esos pasos, prefieren vivir en unión libre, asegurar un buen trabajo, pues toman en consideración los factores económicos como el sueldo y las prestaciones que perciben, ¿cómo casarse, pagar una casa y tener hijo(s), con un sueldo de $15,000 mil pesos nominales y con prestaciones de ley?

Habrá que entender, por ejemplo, que la adultez ahora es en otros términos, con otras características, que a veces son tan variadas como los gustos y las necesidades de los millennials, pero sobre todo, con otros tiempos,

‘En mi familia sí hay gente que quiso casarse a cierta edad, pero pues no tenían ni una casa en donde vivir. Y ahorita ya están divorciadas. Las personas de mi edad no están haciéndolo en el tiempo esperado por los demás, pero a la vez siento que es mejor, porque estás pensando más las cosas. Estás pensando que si quieres que una relación dure, pues no te vas a meter ahorita porque no tienes todo el tiempo para darle. Que no compras una casa porque no quieres encharcarte, no tienes los recursos. Piensas mejor las cosas’, me dice Abril, y finaliza la entrevista: ‘La adultez es una onda individual, no una norma’.