Escritorios Privados: marcemars edition
No sé ustedes, pero independientemente de que ahora tenga vida de freelance, siempre he buscado un espacio dedicado a trabajar o para llevar a cabo mis proyectos personales, sin embargo desde que empecé la independencia laboral he puesto mayor esfuerzo por hacer de mi homeoffice un lugar donde pueda estar horas sin mayor problema y que refleje toda mi ñoñería.
Pero no estoy sola, conozco mucha gente que quiere que su lugar de trabajo —ya sea en casa o fuera de ella— refleje quienes son y les permita ser más productivos, y con esto en mente se me ocurrió hacer una serie de escritorios privados (See what I did there?), donde gente creativa e interesante me deje entrar a un pedacito de ellos a través de sus espacios.
Empiezo con el mío porque hay que poner el ejemplo. Así que más abajo encontrarán más fotos y detalles de mi día a día laboral. Las demás sesiones de Escritorios Privados se harán como preguntas y respuestas. Ojalá lo que vean aquí los inspire.
Mi oficina desde casa es un trabajo en constante cambio, acomodo y reacomodo a mi humor, pero en general así es como está. Comencé con un pequeño escritorio y después el área se fue expandiendo y tuve la necesidad de algo más grande, así que la mesa principal que ven aquí la hice yo con madera y burros. Lijé y barnicé y quedó lista. En esa mesa está la tele que funciona como monitor externo, mi compu bebé, libretas, plumas, post its, agenda y todo lo que pueda necesitar para trabajar.
En mi pared hay varios pósters, prints y fotografías que me gustan (ver foto principal de este post). Hay un póster del Moulin Rouge que me trajo de París una amiga muy querida, un print de Fernanda Rodríguez que compré en la venta Estamos Chavos del Mercadillo Vintage. Dos fotografías que tomé yo en mi clase de foto en la universidad y otras curiosidades.
Mi libreta de trabajo es una Moleskine Evernote y la agenda que me ayuda a organizarme este año es una Cath Kidston súper ñoña con flores, pero de tamaño ideal para anotar todo y no cargar de más. Y ahí perdida pueden ver mi pluma de batalla favorita: una Pilot Precise V5 en verde. Además hay unas Field Notes de edición especial que todavía no uso, también está una Mr. Rouge con grabado en letterpress donde escribo cosas personales.
En las paredes están corchos de fotos de gente importante y otro con cosas random que me gustan, entre ellas una de mis frases favoritas:
“uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere”.
Mario Benedetti
Como un anexo están los libros que estoy leyendo en el momento. La casa de las bellas durmientes de Kawabata (que me tardé años en conseguirlo), Changing My Mind de Zadie Smith y Antología de crónica latinoamericana actual.
Mi librero es una de mis posesiones más preciadas. No es gran cosa, es un librero de Ikea, pero lo amo porque le cabe todo y es blanco. De libros —a menos que vengan mis hermanas a desordenarlo mientras buscan algún título—, están primero los de narrativa (novela, cuentos, etc) por autor. Después encuentran cosas de no ficción, teoría literaria, poesía, historia y revistas.
En la parte de arriba tengo curiosidades y antigüedades. Una cámara Polaroid que necesito hacer funcionar, una grabadora de cassette, un teléfono, caracoles que he recolectado en diferentes playas y una cruz de Chiapas.
La verdad es que me tomó varios años lograr un espacio con el que me sintiera satisfecha y que me invitara a sentarme y trabajar. Sé que le haré varios cambios o que agregaré cosas (creo que le hacen falta white boards), pero hoy por hoy es mi lugar favorito dentro de la casa.